El pueblo hebreo estuvo condicionado por su contexto ecológico y geográfico que de alguna manera influyó en su religión. De hecho, los israelitas experimentaron la adversidad del terreno accidentado de Palestina, la esterilidad del desierto de Judá, la inmensidad del Mediterráneo y la fertilidad de las tierras bajas y los valles. Además, el pueblo hebreo experimentó un clima con veranos calurosos, inviernos suaves y húmedos, vivieron terremotos, tormentas eléctricas y vientos sirocos (calurosos y secos del Mediterráneo). Dentro de este contexto, el mismo pueblo hebreo estuvo en contacto con la ecología formada por una amplia gama de plantas y animales que estaban en el entorno del Mediterráneo oriental.
Precisamente, el biblista estadounidense Ronald Simkins propone tres áreas de investigación para comprender la ecología de Israel:
a) El impacto de los israelitas en su medio ambiente
b) La influencia del medio ambiente en el desarrollo de la religión y cultura israelita
c) Las actitudes israelitas hacia la naturaleza
En otras palabras, el pueblo hebreo estuvo condicionado por el impacto de su contexto ecológico, influyendo en la concepción de su religión y cultura, pero desarrollando algunas actitudes hacia la naturaleza. Estas propuestas de Simkins son interesantes, pero debemos de recordar que los antiguos israelitas vivían a lo largo del mar Mediterráneo oriental entre los imperios dominantes de Egipto y Mesopotamia. Es decir, el pueblo hebreo no era dueño de sus propios recursos naturales porque pertenecían a otros imperios extranjeros que los tuvieron dominados. Además, el terreno geográfico contaba con una región montañosa que requería una extensa mano de obra para la subsistencia. Y por si fuera poco, la tierra desértica contenía pocos recursos de agua por lo que dependían de las lluvias de invierno para mantener su agricultura básica.
Aparentemente no podemos ver esperanza de vida para subsistir dentro de este entorno ecológico del pueblo hebreo, Sin embargo, algunas familias subsistían a través del comercio y artesanías con sus pueblos vecinos, pero la mayoría de las personas mantenían su existencia cultivando la tierra y criando ovejas y cabras. Por tanto, Simkins concluye que el pueblo hebreo como toda cultura desarrolla tres opciones para relacionarse con su entono natural:
a) Subyugación a la naturaleza (depender totalmente de la naturaleza)
b) Armonía con la naturaleza (utilizar la naturaleza de la mejor manera posible)
c) Dominio sobre la naturaleza (controlar la naturaleza y aprovechar todos sus recursos)
Cabe mencionar que los animales siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. De acuerdo con los textos de rituales ugaríticos (1450 a.C. – 1180 a.C.), el ganado, las ovejas, las cabras y las aves son parte de los animales sacrificados en los rituales religiosos, pero no hay ninguna referencia al sacrificio de animales salvajes. Sin embargo, el pueblo hebreo empieza hacer distinción entre animales puros e impuros en el libro de Levítico: “El cerdo, porque tiene la pezuña partida en dos, pero no es rumiante; este animal será impuro para ustedes” (Lv 11, 7). Es interesante cómo el pueblo hebreo separa tajantemente a los animales puros e impuros incluyendo al cerdo. Pero lo más interesante es que entre la gente de Babilonia el cerdo era parte de su dieta y se consumía también al oeste del imperio. Incluso los cerdos fueron criados en Egipto desde los primeros tiempos hasta los últimos porque se utilizaban en la agricultura para pisar semillas. Además, los cerdos fueron ofrecidos en sacrificio en ciertas fiestas en el bajo Egipto.
Ahora podemos hacer la siguiente pregunta, ¿quién decide cuál animal es puro o impuro en la tradición hebrea? De acuerdo con la antropóloga británica Mary Douglas (1921-2007), esta clasificación de animales puros e impuros fue creada por los sacerdotes hebreos ejerciendo su autoridad religiosa y siendo los árbitros del mismo sistema. En otras palabras, las leyes alimentarias en Levítico 11 fueron enmarcadas con la autoridad divinamente ordenada del oficio sagrado entre los mismos sacerdotes hebreos.
En la actualidad podemos seguir cuestionando las leyes de pureza en el pueblo hebreo y nuestras leyes religiosas cristianas. Sin embargo, todas las leyes tienen su historia y contexto muy específico que debemos analizarlo críticamente. El mismo pueblo hebreo forma parte de una historia social, política, económica y religiosa que es ajena a nuestra realidad. Y de la misma manera, la realidad religiosa cristiana actual debe seguir siendo cuestionada de una manera interdisciplinaria donde varias ciencias aporten nuevos horizontes para enriquecer la vida cristiana.
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