Mitos de la creación en la biblia hebrea (A.T.) y hermenéutica animal

Uno de los temas interesantes en la biblia hebrea (A.T.) son los relatos de la creación en el libro del Génesis. Aunque ambas narrativas son diferentes dentro del mito de la creación, quiero enfocarlas dentro del contexto de los animales. Por una parte, la primera historia de Gn 1, 1-31 tiene un origen sacerdotal (P) donde Dios hace todas las creaturas en siete días. El autor hace una descripción muy ordenada en que el universo y todas las creaturas han sido creadas a lo largo de siete días. Por otra parte, la segunda historia de Gn 2, 1-25 es de origen Yahvista (J) donde Dios hace “Adam” de la tierra y al resto de la creación. En este relato de la creación el autor describe con rasgos muy humanos cómo Dios moldea a “Adam” de la misma tierra (barro) y le sopla su aliento de vida por las narices. Ambos relatos expresan diferentes matices e interpretaciones porque el pueblo hebreo pretende dar sentido al origen de su existencia.

Sin embargo, el biblista australiano Norman Habel en su libro Un texto inconveniente (An Inconvenient Text) habla del concepto de la ‘Eco-cosmología’ en los relatos de la creación y resalta cuatro verbos en hebreo proponiendo el siguiente esquema:

Gn 1, 26-28 (Sacerdotal) Gn 2, 15 (Yahvista)

“Mandar” (rada) “Servir” (abad)

“Someter” (kabash) “Preservar” (shamar)

En otras palabras, el biblista Habel argumenta que el relato Sacerdotal pretende que el ser humano “mande” y “someta” al resto de la creación. Mientras que el relato Yahvista invita al ser humano a “servir” y “preservar” o “cuidar” del resto de la creación. ¿Cuál de los dos relatos será el más apropiado para nuestra realidad actual? Sin lugar a duda, el segundo relato invita a toda la humanidad a servir y conservar todas las creaturas (micro-vidas, plantas, animales, personas) para cumplir el mandato divino dentro de esta ‘casa común.’ Por tanto, todas las creaturas son importantes ante los ojos de Dios y los seres humanos deben proteger y cuidar a toda la creación.

Otro de los temas bíblicos contemporáneos es la interpretación o hermenéutica de los animales. Precisamente, el biblista Ken Stone ha desarrollado tres herramientas para analizar la perspectiva de los animales en la biblia hebrea (A.T.) haciendo las siguientes propuestas: (i) la importancia de ser especies compañeras, (ii) la inestabilidad del binario humano-animal, (iii) las diferencias de género o étnicas. La primera herramienta es que los seres humanos y los animales son especies compañeras y colaterales en la creación de la religión del pueblo hebreo. De hecho, los pergaminos de Qumrán (textos bíblicos) están escritos sobre pieles de animales especialmente de cabras. En pocas palabras, Stone concluye que sin las pieles de cabra ni la historia de Israel ni la biblia podrían haber existido. La segunda herramienta es que existe una inestabilidad del binario humano y animal. El mismo filósofo Jacques Derrida invita a difuminar las líneas entre los seres humanos y animales. A lo cual Stone menciona el engaño que Rebeca y Jacob le hicieron al anciano Isaac en Gn 27, 14-17 donde le arrebatan la bendición a su hijo mayor Esaú. Cabe mencionar que la piel de un cabrito es comparada con la piel de Esaú por ser muy velludo y ambas pieles son similares. La tercera herramienta implica las diferencias de género o étnicas. Si a Esaú se le asocia con la masculinidad y los animales salvajes, entonces a Jacob se le asocia con las mujeres y los animales domésticos. Por tanto, el mismo Stone concluye que “si comenzamos a dar a los animales una interpretación comparada con los seres humanos, no solamente vamos a animar los animales en la biblia sino que vamos a descubrir que los animales animan la biblia misma.” En otras palabras, los animales son seres animados y permanecen animando los mensajes divinos de la misma biblia.

Después de haber compartido los dos mitos de la creación en el libro de Génesis con una clave ecológica y explicado brevemente la hermenéutica de los animales, ahora nos corresponde a toda la humanidad poder asumir nuestras responsabilidades. Por una parte, podemos seguir ignorando los gritos de la Madre Tierra (Pachamama, Abya Yala) que se expresan a través de los desastres naturales provocados por la humanidad y que afectan también a las plantas y animales. Sin embargo, podemos también encauzar nuestros esfuerzos por ser personas humanas comprometidas con el cuidado de la vida micro-biológica, las plantas, los animales, los seres humanos y el resto del universo. En la medida que seamos personas comprometidas para ‘servir’ y ‘preservar’ o ‘cuidar’ a toda la creación, estaremos contribuyendo con el mandato divino de conservar y cuidar esta ‘casa común.’


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