Los nuevos prójimos-pobres

Domingo XXX del Tiempo Ordinario

Primera lectura: – Éxodo 22, 20-26:

            Si explotáis a viudas y a huérfanos, se encenderá mi ira

            contra vosotros.

Salmo 17: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Segunda Lectura: Primera Carta a los tesalonicenses 1, 5c-10:

            Os convertisteis, abandonando los ídolos, para servir a Dios y vivir        aguardando la vuelta de su Hijo.

            EVANGELIO

             Mateo 22, 34-40: Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

Nota: Si prefieres oír el texto del comentario que sigue, haz click aquí.

29 de octubre de 2023

Madre etíope.

***

Los fariseos, al enterarse de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se congregaron y uno de ellos, que era jurista, le preguntó para tentarlo: -Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

Él le contestó:-«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente» (Dt 6,5). Este es el mandamiento principal y el primero, pero hay un segundo no menos importante: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19,18). De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas.

Un motivo para acusar a Jesús

Al Maestro nazareno se la tenían echada en agua. Sus enemigos lo habían sentenciado a muerte, incluso antes de poder atestiguar delito alguno en su contra. Ya desde el principio de su vida pública, justo después de curar, precisamente en sábado, al hombre del brazo atrofiado, -curación referida por los tres evangelistas sinópticos-, dice Marcos que “los fariseos, junto con los herodianos, se pusieron  en seguida a maquinar  en contra suya, para eliminarlo” (Mc 3,6). Algo parecido se dice en los evangelios de Mateo (12,14) y Lucas (Lc 6,11).

Para esto buscaban un motivo político con el que poder acusarlo y le preguntan, como veíamos el domingo pasado, “¿Hay que pagar tributo al César, sí o no?”. Su respuesta los dejó fuera de juego, pues, por una parte, los invitaba a romper con el César, dejando de pagar tributo (“devolved al César lo que es del César”) y, por otra, les decía que “hay devolver a Dios lo que es de Dios”, esto es, el pueblo, al que tenían religiosamente secuestrado.

El mandamiento principal

Como Jesús no cayó en la trampa del tributo, los fariseos siguen ahora al ataque, tendiéndole otra trampa, esta vez en su propio campo teológico.

Uno de estos, un jurista le pregunta para tentarlo: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”.

La pregunta iba de teoría y de Antiguo Testamento,  y versaba sobre un asunto controvertido entre los abogados o juristas del tiempo. Por aquel entonces los judíos tenían una verdadera retahíla de preceptos, pues se contaban en la Ley 613 mandamientos, de ellos 365 negativos y 248 positivos, y había que cumplirlos todos, fuesen más o menos importantes. Ante esta larga lista de preceptos se preguntaban entonces cuál ocupaba la cúspide del aparato legislativo religioso?  

Diversas opiniones

Para dar respuesta a esta pregunta había opiniones de las más variadas. Jesús era consciente de ello.

La mayoría consideraba que el mandamiento más importante de todos era el del descanso sabático, hasta el punto de que al sábado –palabra que, en hebreo, es femenina “shabbat”- se le llamaba “la reina”, el principal de todos los preceptos.

Otros, como Rabbí Ismael, en su comentario al libro del Éxodo (Melkita del Éxodo, 6) defendían que todas las leyes tenían la misma importancia: “Quien quebranta todos los mandamientos, rechaza el yugo, rompe la alianza y va en contra de la Ley; de la misma forma, quien traspasa un solo mandamiento rechaza el yugo y va en contra de la Ley”, decían.

Quien más daba, definiéndose, se pronunciaba por dos mandamientos: el del amor a Dios o al prójimo. Uno de estos dos, pero, en ningún caso, los dos a la vez.

Jesús rompe el molde

Jesús va a romper una vez más, como de costumbre, el molde, y cuando aquel jurista, entendido en leyes, le pregunta por el mandamiento principal, responde: -“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente (Dt 6,5). Este es el mandamiento principal y el primero, pero hay un segundo no menos importante: -Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19,18). De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas”.

Dos mandamientos, no uno solo

Como vemos, a Jesús le preguntan por el mandamiento principal y responde que no es uno, sino dos, y situados al mismo nivel: el primero y principal (“amarás al Señor tu Dios…”) se equipara al segundo (“y al prójimo como a ti mismo”). Ese segundo mandamiento es igualmente principal y prueba indiscutible del primero. El amor a Dios y al prójimo son inseparables; de ahí que para ser buen judío –pues quien pregunta a Jesús es un judío- hay que ser doblemente fiel: a Dios y al ser humano, esto es, al prójimo. El resto de los 613 preceptos son solo corolarios de esta orientación fundamental de la vida. Estos dos mandamientos son el corazón de la Antigua ley y de los Profetas. A quien no los cumpla no le servirá de nada poner en práctica el resto del código legal del Antiguo Testamento.

La  observancia de estos dos mandamientos habría hecho de Israel una sociedad justa, pero la realidad a lo largo de la historia había sido otra, la de una infidelidad del pueblo que llegó hasta el colmo de convertir la casa de Dios en un mercado y en una cueva de bandidos, como denunció Jesús en el templo (Mt 21,13).

¿Qué se entiende por “prójimo”

Por “prójimo” se entendía entonces no sólo al amigo o al israelita, sino también -y en primer lugar- a las clases marginadas de la sociedad de entonces: los forasteros (mano de obra barata en país extranjero, desamparados ante leyes y tribunales), las viudas (en situación habitual de paro, pues estas no tenían acceso al trabajo remunerado), los huérfanos (sin calor de hogar ni sustento), los jornaleros  y los pobres (abandonados a la caridad pública -pública injusticia-).

Los nuevos “prójimos”

Pero traduzcamos esto a nuestro mundo de hoy.

-Los forasteros de ayer eran, por lo común, exiliados de la guerra que habían sufrido el desplazamiento forzado y llegaban a las tierras de Israel sin otro recurso que sus propias manos. Los de hoy son los inmigrantes –cada vez más en número- que se juegan, con frecuencia, la vida en las pateras, para llegar a una tierra de promisión en la que, con frecuencia, encuentran un moderno modo de esclavitud. Canarias, por poner un ejemplo, supera este año ya las 14.000 llegadas de inmigrantes en 2023. Gente que, en gran parte, viene a nuestras costas huyendo de regímenes dictatoriales, de países en guerra o sumidos en la extrema pobreza, buscando alcanzar una vida digna.

-Las viudas y los huérfanos de entonces, al no tener acceso al trabajo, quedaban a merced de los parientes varones de quienes dependían en todo. Hoy podríamos hablar de tantas mujeres de matrimonios monoparentales, que tienen que salir solas al frente de la crianza de sus hijos, muchas de ellas sujetos de violencia de género, o por ingreso en prisión de sus cónyuges, por tener estos el grado 3 de dependencia; o de tantos huérfanos, hijos e hijas menores de edad de mujeres, con frecuencia, víctimas mortales por violencia de género y personas por ellas tuteladas.

-Los jornaleros de ayer estaban a merced de los terratenientes que les pagaban cuando les parecía y no al terminar el día, como lo determinaba la Ley. Hoy podríamos hablar de una suma ingente de trabajadores precarios, cuyo salario no alcanza para llegar a final de mes, a los que hay que añadir un dato que llama la atención en nuestro país: casi un tercio de la población pobre mayor de 15 años cuenta con un empleo remunerado y 1,4 millones tienen estudios superiores.

El precio de la vivienda y la falta de apoyo a las familias están en el origen de muchos de esos casos. La pobreza sigue además presentando una brecha de género —la tasa de riesgo de las mujeres es 1,3 puntos mayor que la de los hombres— y otra territorial: las comunidades autónomas al norte de Madrid presentan porcentajes más bajos que las comunidades del Sur. Es el viaje a la privación que va desde el 14,5% de Navarra hasta el 35,8% de Andalucía o el 41,3% de Melilla.

Por su parte, el porcentaje de los hogares que no pueden hacer frente a sus gastos esenciales ha crecido, de forma que 1,6 millones de familias, 300.000 más que hace un año, tienen serios problemas para llegar a fin de mes según el Banco de España.

Urge actuar sobre los servicios básicos y, en concreto, sobre la vivienda, convertida en uno de los mayores generadores de escasez y desigualdad. El hecho de que el precio medio de un piso de alquiler en una ciudad como Barcelona suponga ya el 41,1% del sueldo medio ilustra la gravedad del fenómeno. Un total de 4,2 millones de ciudadanos sobreviven en nuestro país con ingresos inferiores a 560 euros al mes. Son datos que he tomado de un editorial de El País titulado “Pobres con trabajo y estudios” (22-10-2023).

https://elpais.com/opinion/2023-10-22/pobres-con-trabajo-y-estudios.html

La usura y la deuda externa

Un hombre del antiguo Israel, como Jesús, se sorprendería también al ver que nuestra sociedad, como aquella, se basa en la usura y la especulación, que origina deudas de auténtica vergüenza en los ciudadanos y en los países. Los grandes usureros –hoy diríamos el capital o los mercados o las grandes empresas tecnológicas- gobiernan las políticas de los países y determinan quién vivirá satisfecho y cuantos millones de pobres morirán de hambre cada día.

Esta situación se da hoy en el plano internacional, en el que se considera natural la estremecedora Deuda Externa. Países enteros gravados con deudas que equivalen a muchas veces su producto nacional bruto anual. Países, que debido a su deuda externa,  tienen que renunciar a bienes tan importantes como la salud, la educación o el cuidado de los mayores.

Solemos pensar que el mundo civilizado y moderno es muy distinto de aquel mundo de masas pobres y de esclavos que no eran dueños de sí mismos, pero la diferencia no es tan grande: las grandes estructuras de injusticia son ahora mucho más complejas, sofisticadas y masivas.

Estos son algunos de los nuevos prójimos-pobres a los que hay que amar.

Pero sigamos explicando el texto.

Lo específicamente cristiano

“Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo” no es lo específicamente cristiano por más que se haya dicho así. Estos dos preceptos son requisitos para ser un buen judío, como he dicho antes. Para Jesús, sin embargo, la ley judía se ha quedado antigua y está ya superada.

Por eso, su mensaje va más allá. Antes de morir formuló un mandamiento nuevo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, -dijo. Un mandamiento más atrevido y utópico que todo el ya de suyo exigente Antiguo Testamento, pues amar al prójimo como Jesús lo amó significa amarlo no como a uno mismo, sino más que a uno mismo, estando dispuesto como él a dar la propia vida por el prójimo.

Utópico mandamiento

Al escribir esto, me doy cuenta de lo lejos que estamos los cristianos –y por supuesto, nuestra sociedad- no ya del mandamiento nuevo de Jesús –utópico mandamiento que habría que practicar más-, sino de la antigua ley judía.

¿Quién de nosotros está dispuesto a amar de obra y no sólo de palabra a los miembros de estos colectivos modernos de forasteros, viudas, huérfanos, jornaleros  y pobres a los que nos hemos referido antes?

El “sur global”

Amar a esta gente, como Jesús; centrar nuestra atención en estos colectivos daría garantía y crédito no solo a nuestro cristianismo, sino a una sociedad en la que los pobres no se encuentran ya solo en el Sur geográfico, sino en lo que hoy llamamos el “Sur global”, término utilizado para indicar tanto al tercer mundo -al conjunto de países en vías de desarrollo-, como a las regiones más pobres  de los países ricos en las que crecen a marchas forzadas las desigualdades en nivel o esperanza de vida o en el  acceso a los recursos que hacen posible una vida digna.

Recuperar la indignación

El evangelio que hemos leído hoy es una invitación a sacudir nuestra pasividad, a recuperar la indignación ante la situación intolerable de este mundo llamado moderno y civilizado, y a volver a lo esencial del Evangelio, al amor solidario al prójimo, como lo practicó Jesús, a escala individual y social.

***

Postdata sobre la guerra de Israel y Hamás: No puedo terminar este comentario sin mirar a nuestro mundo actual en el que vemos cómo se expande una ola de venganza sin medida, de guerra, de heridos, de desplazados y de muertos, víctimas inocentes en Israel y Gaza.

Quería escribir un texto sobre este tema, como hice el domingo pasado, pero he oído esta mañana a las 8 a Angels Barceló en la Cadena Ser. Recomiendo oír este audio.

Sobrecoge este audio que describe  a la perfección la trágica realidad de Israel y Gaza hasta el día de hoy, porque, ¡ojalá que no!, lo sucedido hasta ahora puede que solo sea el preludio de lo que puede venir, si la comunidad internacional no se alza de modo eficaz, no solo para abrir un corredor humanitario –tan urgente y necesario-, sino para detener esta guerra que ha dejado ya infinidad de muertos y heridos por ambos bandos, más un millón de desplazados de sus hogares y un país que va a quedar casi completamente arrasado. Más que una guerra, lo que está haciendo Israel en el siglo XXI es un asedio como se hacía en el medievo, cercando Gaza hasta que sus habitantes –sin medicinas, sin luz, sin agua, sin gasolina ni bienes de primera necesidad- mueran de hambre e inanición. No la ley del “ojo por ojo y diente por diente”, sino la venganza bíblica de Lamec: “Por un cardenal mataré a un hombre, a un joven por una cicatriz. Si la venganza de Caín valía por siete, la de Lamec valdrá por setenta y siete” (Gn 4,23).

Israel –o mejor- el gobierno israelí no ha aprendido la lección de la historia. La venganza no es el camino ni para la seguridad ni para la paz, pues genera más y más venganza…

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