Un mundo de perros

Domingo XX del Tiempo Ordinario

Primera lectura:  Is 56, 1. 6-7:

            A los extranjeros los traeré a mi monte santo.

Salmo 66: Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te           alaben.

Segunda Lectura: Carta a los romanos 11, 13-15. 29-32:

            Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel.

    EVANGELIO

            Mateo 15, 21-28: Mujer, qué grande es tu fe.

Nota: Si prefieres oír el texto del comentario que sigue, haz click aquí.

20 de agosto de 2023

Puerta de los Leones. Jerusalén.

Jesús se marchó de allí y se retiró al país de Tiro y Sidón.

Y hubo una mujer cananea, de aquella región, que salió y se puso a gritarle: -Señor, Hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija tiene un demonio muy malo. Él no le contestó palabra.

Entonces los discípulos se le acercaron a rogarle: -Atiéndela, que viene detrás gritando. Él les replicó: -Me han enviado sólo para las ovejas descarriadas de Israel.

Ella los alcanzó y se puso a suplicarle: -¡Socórreme, Señor!  Jesús le contestó: -No está bien quitarle el pan a los hijos para echár­selo a los perros. Pero ella repuso:-Anda, Señor, que también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Jesús le dijo: -¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que deseas. En aquel momento quedó curada su hija.

Los humanos tenemos la tremenda manía de colocarnos mutuamente etiquetas, que son como caricaturas que resaltan alguna de nuestras facetas, la más destacada. Hay quien nace listo o torpe, rico o pobre, agraciado o no,  marginado o integrado en la sociedad, y campea por la vida y de por vida como si estuviera obligado a ejercer de ello ininterrumpidamente. Si se sale del papel, cae en desgracia.

En las “películas del Oeste”, más dañinas que los desnudos escénicos, desde los primeros fotogramas se presenta un protagonista -el bueno- y su antagonista -el malo- luchando frente a frente. Es lo mismo que sucede en las poco afortunadas películas de “americanos e indios”. Desde niños nos habían metido tan dentro la bondad de los americanos y la maldad de los indios, que parecía imposible invertir los papeles. La historia, pienso, la escriben los conquistadores para afirmar su poderío. Y ellos asignan el papel que cada país o raza tiene que representar en la escena mundana.

Un mundo dividido

“Buenos y malos”. El mundo está partido en dos, con un muro berliniano infranqueable entre ellos. Dos mundos que se rechazan en bloque sin reconocer que los buenos pueden tener algo de malo, y los malos, algo de bueno. No sólo el mundo; sin ir más lejos, nuestro país anda dividido en dos bloques antagónicos: derechas e izquierdas, irreconciliables entre sí, dos modos de concebir la política y la vida que luchan estos días por conseguir el poder. Aunque esto no sea deseable, no hay que alarmarse, pues viene de antiguo. Siempre existieron dos mundos.

Letrados y fariseos

Cuenta el Evangelio que Jesús salió un día de su país hacia la región de Tiro y Sidón, región pagana, debido a que en el episodio anterior (Mt 15,1-1) se había enfrentado con los fariseos y letrados porque daban más valor a la tradición (esto es, a la “interpretación oral” que hacían del Antiguo Testamento sus letrados) que al mismo texto “escrito” de la Biblia.

Los letrados eran las máximas autoridades doctrinales y dictaban las normas de conducta para toda la comunidad judía, tanto en Palestina como en la diáspora; los fariseos eran sus más minuciosos observantes.

Aquellos atribuían a la tradición un origen mítico: esta fue comunicada por Dios a Moisés (al mismo tiempo que las Tablas de la Ley), pero no fue puesta por escrito. Moisés la habría transmitido oralmente a Josué y así sucesivamente a través de las generaciones. Esta tradición o revelación oral gozaba según los letrados de la misma autoridad que la escrita en los libros sagrados, de modo que, a veces, un mandamiento o norma de la tradición llegaba a invalidar otro de la Biblia. Por ejemplo, si en la Biblia se manda “honra a tu padre y a tu madre”, -que equivale a “sustentar económicamente a los padres, especialmente en la vejez, para impedir que caigan en una situación deshonrosa y de miseria”-,  ellos decían que “el que declara a su padre o a su madre: -Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo-, este ya no está obligado a sustentar a su padre; así en nombre de su tradición o interpretación de ese mandamiento invalidaban el precepto divino” (Ex 21,17). Y así en otros casos, poniendo la tradición oral por encima de la Palabra de Dios.

Una mujer pagana

Debido a este enfrentamiento con la doctrina tradicional de fariseos y letrados, Jesús se marchó del país judío, rumbo a Tiro y Sidón, donde “le salió, gritándole, una mujer cananea: -Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija tiene un demonio muy malo” (Mt 15,21-22).

Esta mujer vivía en un territorio fenicio que había sido ocupado por los hebreos. La mujer, según Marcos, es  “una griega,  siro-fenicia de origen, o sea, una mujer pagana que convive con los judíos y conoce sus tradiciones.  De hecho se dirige a Jesús, como si fuera judía y lo llama “hijo de David”, como lo hacían los ciegos  (Mt 9,27; Mt 20,30) o la multitud (Mt 12,23; 21,9) o los chicos que gritaban en el templo (Mt 21,15), tratándolo como a un mesías nacionalista, descendiente del rey David,  solo del pueblo de Israel.

Jesús, en primera instancia, no hace caso a la mujer, pero los discípulos se le acercan para rogarle: -“Atiéndela, que viene detrás gritando”. (Las traducciones del Nuevo Testamento dicen “despídela”, en lugar de “atiéndela”, pero el verbo griego “apolúô” significa no solo “despedir”, sino también “atender una súplica” (cf Mt 18,27). 

¿Sanación-salvación solo para el pueblo de Israel?

A la súplica de los discípulos, Jesús responde: -“Me han enviado sólo para las ovejas descarriadas de Israel” (Mt 15,24). Todavía no había llegado para el evangelista Mateo la hora de la misión universal de un Jesús, que se muestra contrario a curar a la hija de la cananea fuera de las fronteras de Israel, aunque hay que tener en cuenta que, dentro de Israel, Jesús había curado  como anticipo de esta misión universal al criado del centurión  pagano (Mt 8,30), había librado de su alienación (de sus demonios) a dos endemoniados paganos (8,28-9,1) y  había acogido entre sus discípulos a Mateo, recaudador de impuestos (Mt 9,9-12), apuntando a una salvación-sanación que alcanzase a judíos y paganos por igual, y para cuya consecución bastase solo la fe en Jesús, independientemente de la procedencia étnica.   

Perros e hijos

Pero la mujer cananea no se amilana ni se acobarda ante la falta de respuesta por parte de Jesús, e insiste: -¡Socórreme, Señor! (Mt 15,25). A lo que Jesús esta vez responde de un modo que podríamos decir “descortés e inesperado”: -No está bien quitarle el pan a los hijos para echár­selo a los perros” (Mt 15,26).  

 “Los perros” era el término despectivo e injurioso con el que los judíos designaban a los paganos, oficialmente malos.  Con la palabra griega kýôn-perro se alude a los perros en las sociedades antiguas -y en la nuestra de no hace tantísimos años- como animales asilvestrados, semi-salvajes, de tipo carroñero y no domésticos, que merodeaban buscando comida y se alimentaban de carnes impuras e incluso a veces de cadáveres humanos (Ex 22,30; 1Re 4,11). Llamar “perro” a alguien equivalía a insultarlo (1Sam 17,43; Is 56,10-11). Por otra parte, en  el evangelio de Mateo, los perros se equiparan a los cerdos, animales impuros: “No deis lo sagrado a los perros ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen, y además se vuelvan y os destrocen” (Mt 7,6); en otros pasajes, los perros se asimilan a los herejes o enemigos (cf. 2Pe  2,22; Flp 3,2; Ap 22,15).

Perros e hijos / paganos y judíos. El mundo andaba ya dividido en bloques, como hoy nuestro mundo. Y fue precisamente una mujer pagana, la que hizo cambiar a Jesús de modo de actuar: “Tienes razón, Señor”, le dijo. “Pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos” (Mt 15,27).

La mujer no se considera “perro”, en griego kýon, sino kynárion, diminutivo de esta palabra que designa a los perros domésticos, integrados en la familia, que comen las migajas que caen de la mesa. Ella –una cananea, pagana que vive entre judíos- reivindica que también los oficialmente tratados de malos –los paganos/perros- tienen derecho a vivir y a gozar de la salud, como su hija que tiene “un demonio muy malo”.

Jesús se rindió ante la insistencia. Las flores pueden nacer en los estercoleros y, a veces, más bellas, por más abono natural. Las dificultades forjan los espíritus más aguerridos. “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas” -apostilló el Maestro- y en aquel momento quedó curada su hija” (Mt 15,28).

Curando a su hija, Jesús sentó las bases para hacer de los dos mundos -judío y pagano- uno. No hay ni buenos ni malos oficiales. Son las obras, la fe en el caso de la mujer cananea, las que hablan de la bondad o maldad de las personas. Y son malos todos aquellos que, por su bondad oficial y reconocida, etiquetan de malos a los que no son como ellos.

Un mundo bipolar –> multipolar

El texto del evangelio de hoy puede llevarnos a reflexionar sobre la situación actual de nuestro mundo, bipolar; en tiempos de Jesús, judío y pagano; ahora, capitalista y comunista, hasta la caída del Muro de Berlín, (pero que se está volviendo a marchas forzadas “multipolar”: por un lado, Estados Unidos-Unión Europea y adláteres y, por otro,  China, India y Rusia con sus aliados.  

Un mundo en el que, por injusticia y desgracia, muchos países –como los paganos en tiempos de Jesús con relación a Israel- no cuentan y están privados de sentarse a la mesa del desarrollo, haciendo que sus ciudadanos no puedan llevar una vida digna, convertidos en muchos casos en países colonizados por los poderosos que, para mayor inri, se benefician de la explotación de sus recursos naturales.

Motín contra el viejo orden mundial

De ahí que haya cada vez más voces de países enteros -un verdadero motín de pueblos- que deseen romper barreras como la cananea y se alcen contra ese (des)orden establecido, anhelando un futuro de respeto mutuo y reciprocidad, un mundo de socios e iguales, un mundo de hermanos.

El diseño de los billetes de papel de Euro nos da una pista gráfica de hacia dónde tendría que ir la humanidad: En su anverso figuran “ventanas y puertas” que simbolizan el espíritu de apertura y cooperación entre todos; ventanas que invitan a mirar hacia fuera, y puertas que sirven para salir y entrar sin obstáculos. En su reverso se ven  “puentes” como símbolo de la comunicación de los pueblos entre sí y con el resto del mundo.

Ojalá que esto llegue a ser un día realidad y se ponga fin a tanta división, odio, guerra y muerte a escalas internacional, y a tanta marginación y pobreza dentro incluso de los países desarrollados. Toda una utopía que debería poner fin a este viejo “mundo de perros”.

Nota importante:

Como complemento de este comentario es interesante leer y comentar en grupo la intervención de Peter Meters durante la Ceremonia de clausura de la Cumbre de los Pueblos, celebrada en el Parlamento Europeo en Bruselas, el pasado 18 de julio, titulada “Motín contra el viejo orden mundial”:


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