Domingo XII del Tiempo Ordinario
Primera lectura: Jeremías 20, 10-13:
Libera la vida del pobre de las manos de gente perversa.
Salmo 68: Señor, que me escuche tu gran bondad.
Segunda Lectura: Carta a los romanos 5, 12-15:
No hay proporción entre el delito y el don.
EVANGELIO
Mateo 10, 26-33:
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.
Nota: Si prefieres oír el texto del comentario que sigue, haz click aquí.
25 de junio de 2023

Ruinas de Pafos, ciudad de Chipre evangelizada por Bernabé y Pablo.
No les cojáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse; lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea.
Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; temed si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.
¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo caerá al suelo sin que lo sepa vuestro Padre. Pues, de vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados. Conque no tengáis miedo, que vosotros valéis más que todos los gorriones juntos.
En conclusión: Por todo el que se pronuncie por mí ante los hombres, me pronunciaré también yo ante mi Padre del cielo; pero al que me niegue ante los hombres, lo negaré yo a mi vez ante mi Padre del cielo.
La misión en territorio judío
La elección del texto del evangelio de este domingo me ha llamado la atención. El domingo pasado leíamos un fragmento del evangelio de Mateo (9,36-10,8) en el que Jesús, conmovido al ver las multitudes “porque estaban como ovejas sin pastor”, llamaba a los doce para enviarlos con la misión de curar a los enfermos de cualquier tipo, sin mediación de dinero alguno, misión que debían cumplir solo en territorio judío, pues aún no había llegado la hora de expandir su mensaje más allá de las fronteras de Israel: “-No toméis, -les decía-, el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos; mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios, curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde” (Mt 10,5-8).
Recomendaciones de Jesús a sus discípulos
Sería de esperar que este domingo se hubiese continuado leyendo el texto del evangelio de Mateo por donde quedó el domingo pasado. Sin embargo, los que han elegido el texto de la liturgia han dado un gran salto y omitido un largo párrafo digno de ser comentado, pues en él da Jesús unas recomendaciones de cómo sus discípulos deben anunciar el evangelio por el mundo. Les dice lo siguiente:
- “No osprocuréis oro, plata ni calderilla para llevarlo en la faja ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón que el bracero merece su sustento.
- Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí que se lo merezca y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad. Si la casa se lo merece, que la paz que le deseáis se pose sobre ella; si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.
- Mirad que yo os mando como ovejas entre lobos: por tanto, sed cautos como serpientes e ingenuos como palomas. Pero tened cuidado con la gente, porque os llevarán a los tribunales, os azotarán en sus sinagogas y os conducirán ante gobernadores y reyes por mi causa, como prueba contra ellos y contra los paganos.
- Cuando os entreguen no os preocupéis por lo que vais a decir o por cómo lo diréis, pues lo que tenéis que decir se os inspirará en aquel momento; porque, más que hablar vosotros, será el Espíritu de vuestro Padre quien hable por vuestro medio.
- Un hermano entregará a su hermano a la muerte, y un padre a su hijo; se levantarán en el juicio hijos contra padres y los harán morir, y seréis odiados de todos por razón de mi persona; pero aquel que resista hasta el final, ése se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, porque os aseguro que no habréis acabado con las ciudades de Israel antes que vuelva el Hijo del hombre.
- Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo. Ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Y si al cabeza de familia le han puesto de mote Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!” (Mt 10, 9-27).
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Explicación del texto
Si tuviéramos que resumir en titulares este texto podríamos decir que anunciar el evangelio lleva consigo renunciar a la riqueza (“oro y plata”) y a la seguridad que da esta (“ni alforja para el camino ni dos túnicas”), y a todo tipo de violencia, incluso en defensa propia (“ni bastón)”; los discípulos deben alojarse en las casas que los reciban con la misión de procurarles la paz; una paz, entendida en sentido semítico: esa virtud que, como he explicado alguna vez, no es solo ausencia de guerra, sino que consiste en hacer posible el pleno desarrollo humano.
Un mundo hostil al evangelio
Dentro del programa del discípulo entra la persecución como algo normal, pues el mundo –centrado en la riqueza, la seguridad y el poder que somete a las personas- es hostil al mensaje liberador del evangelio. Los discípulos deben tomar conciencia de que se encuentran en el mundo “como ovejas entre lobos”, por lo que han de ser “cautos como serpientes y sencillos como palomas”, estando siempre atentos a la situación en que se encuentren. En todo caso, la persecución del mundo hacia los discípulos de Jesús es inevitable (“os llevarán a los tribunales, os azotarán…”). El mensaje del evangelio creará división incluso dentro de la familia (“un hermano entregará a su hermano a la muerte…”), pues lo que le pasó a Jesús puede ocurrirle también a los suyos (“si al cabeza de familia le han puesto de mote Belcebú, ¡cuánto más a los de su casa!) (Mt 6,9-27).
Una sociedad polarizada
Hoy constatamos a flor de piel esta división entre los grupos políticos y también entre los ciudadanos en una sociedad tan polarizada como la que tenemos. Los ciudadanos, muchas veces, por miedo al adversario –que, en ningún caso, debe considerarse enemigo- optan por callar y no discutir, dejando en manos de otros la defensa de postulados que pisotean los derechos humanos.
La comunidad de Mateo
El evangelio de Mateo, al que pertenece este texto, fue escrito con toda probabilidad después de la destrucción de Jerusalén por los romanos, hacia el año 80 de nuestra era, y refleja más que la época de Jesús, que había muerto 50 años antes, la de una comunidad que había roto con el judaísmo y era perseguida ya por el sistema judío del que procedía, y por las instituciones romanas. La persecución, que comenzó ya en tiempos de Jesús, vilmente asesinado por el sistema judío junto con el romano, se extendería a los seguidores de Jesús más tarde en la década de los 80, a los lectores de la comunidad judeo-griega a la que se dirige el evangelio de Mateo, asentada probablemente en Antioquía, la parte de Siria colindante con Palestina, o bien en Fenicia (el Líbano actual).
No les cojáis miedo
Pues bien, a estos discípulos se dirige el Jesús de Mateo con las palabras del evangelio de hoy: “Conque no les cojáis miedo, porque nada hay cubierto que no deba descubrirse ni nada escondido que no deba saberse; lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea. Tampoco tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar la vida (en griego, psikhê, palabra que las biblias suelen traducir erróneamente por “alma”, como una de las partes integrantes del ser humano “cuerpo y alma”, según la mentalidad platónica; un semita, sin embargo, con esta palabra (en hebreo, ruah) indica “la persona entera en cuanto ser vivo, consciente y libre”. Jesús insiste con esta frase en que la muerte no es una derrota, invitando a temer más bien a Dios, el único que podría destruir al ser humano. Un Dios que, según Jesús, es un buen Padre en quien hay que confiar, a quien nada de lo que sucede se le esconde, ni siquiera las realidades más mínimas, como la muerte de los pajarillos, y al que no se le escapa nada (“hasta los cabellos –lo más insignificante- están contados”), imágenes con las que el evangelista invita a tener una confianza total en ese Dios por el que hay que dar la cara entre los hombres, de modo que Jesús la dé por estos ante Dios.
De este texto que he explicado a grandes trazos quiero detenerme ahora en una frase: “No tengáis miedo… Lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea”.
Tiempo de hablar
El evangelio de hoy invita a los seguidores de Jesús a hablar sin miedo, a pregonar y denunciar desde la azotea (hoy diríamos desde las redes sociales, pero también entre los amigos o familiares y en el ambiente de trabajo) todo aquello que, a cualquier nivel, veamos que va contra el pleno desarrollo humano (esto es, contra la paz) y, especialmente, contra las personas más frágiles de nuestra sociedad, excluidas o en riesgo de exclusión.
-A escala nacional
Si pensamos en España, -en las elecciones municipales y autonómicas, recién pasadas, y en las que se aproximan a nivel estatal-, creo que es el momento de que los seguidores de Jesús nos alcemos a voz en grito contra todo eso que vemos que, a nivel político, afecta a la violación de los derechos humanos, que son, al mismo tiempo, cristianos, pues el cristianismo es un humanismo con apertura a la trascendencia.
Hoy, lamentablemente, se están traspasando líneas rojas que limitan abiertamente estos derechos y que el PP, con toda ligereza –por tal de conquistar a cualquier precio el poder- está tratando de normalizar y devaluar, al pactar con Vox, partido de extrema derecha, cuyo programa de 100 propuestas recomiendo leer con detención antes de las elecciones.
Y me refiero en concreto a ideas que se van infiltrando en nuestra sociedad y que nos van contaminando a todos; ideas como…
- Negar el cambio climático (debidamente ya probado por los investigadores, aunque haya quien lo niegue sin motivo alguno) y revertir las medidas para combatirlo (ya hay algún ayuntamiento que quiere eliminar carriles bici y zonas de baja emisión de gases);
- luchar contra una fiscalidad que debería hacer posible el Estado social,
- convertir la diversidad lingüística en ofensa y el independentismo democrático en delito,
- debilitar las minorías sociales, suprimir concejalias de igualdad,
- criminalizar la inmigración hasta la xenofobia militante y anticonstitucional,
- revertir los avances en la legislación abortista y
- eliminar las instituciones que apoyan a las mujeres amenazadas o agredidas, negando la tan evidente “violencia de género” y , diluyéndola en otra que llaman ahora “violencia intrafamiliar”. Desde el 1 de enero de 2003 hasta hace unos días se contabilizaron 1.206 víctimas mortales de esa violencia; más en número que los asesinados por ETA.
https://elpais.com/opinion/2023-06-18/vox-gobierna-con-el-pp.html
No son cuestiones baladíes ante las que los cristianos deban quedarse callados y cruzados de brazo, convertidos en meros espectadores, como si nada de eso afectase a nuestra vida y a la sociedad. Yo, desde hace tiempo, me pregunto hasta qué punto quienes defienden esos postulados pueden llamarse “cristianos”, porque si la paz, en sentido bíblico, es “esa virtud que hace posible el pleno desarrollo humano”, algunas de estas medidas hacen que las personas –especialmente las excluidas o en riesgo de exclusión- no puedan alcanzarlo. Tampoco deben callar los no creyentes que aprecian la democracia y ven cómo estas ideas son un atentado contra ella.
-A escala global
No solo a escala nacional, también a escala mundial, hoy es más necesario que nunca alzarse también a voz en grito contra la ausencia de paz en la humanidad, contra las guerras que hay en curso y que no se reducen a aquella que más airean los medios, la de Ucrania.
El mensaje del Papa Francisco
En esto, los cristianos –junto con las personas de buena voluntad- deberíamos unirnos al grito de Francisco en su “Mensaje al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, el pasado 14 de Junio de este año, cuya lectura recomiendo vivamente, y del que entresaco a continuación algunos párrafos.
Según Francisco “la humanidad entera está viviendo un momento crucial, en el que la paz parece sucumbir ante la guerra”. Como dice este papa, “estamos viviendo una tercera guerra mundial a pedazos y, cuanto más pasa el tiempo, parece extenderse más…“.
Falta de fraternidad
“En el mundo globalizado de hoy, todos estamos más cerca, pero no por eso somos más hermanos. Es más, sufrimos una falta de fraternidad que se hace visible en las abundantes situaciones de injusticia, pobreza y desigualdad, y por la falta de una cultura de la solidaridad.
Las nuevas ideologías, caracterizadas por un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo materialista, debilitan los lazos sociales, fomentando esa mentalidad del descarte, que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles, de cuantos son considerados inútiles…”.
¿Hacia una familia de naciones?
“Pero el peor efecto de esta carestía de fraternidad son los conflictos armados y las guerras, que no sólo enemistan a las personas, sino también a pueblos enteros, cuyas consecuencias negativas repercuten por generaciones… Con el nacimiento de las Naciones Unidas parecía que la humanidad había aprendido a dirigirse, después de dos terribles guerras mundiales, hacia una paz más estable; a convertirse, finalmente, en una familia de naciones. En cambio parece que se esté retrocediendo nuevamente en la historia, con el surgimiento de nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos, que han encendido conflictos que no son solamente anacrónicos y superados, sino aún más violentos…”.
La pesadilla de la guerra
“Como hombre de fe–añade Francisco- creo que la paz es el sueño de Dios para la humanidad. Sin embargo, constato lastimosamente que por culpa de la guerra este sueño maravilloso se esté convirtiendo en una pesadilla. Es verdad, desde el punto de vista económico, la guerra atrae más que la paz, en cuanto favorece la ganancia, pero siempre de unos pocos y en detrimento del bienestar de enteras poblaciones. El dinero ganado con la venta de armas es dinero manchado con sangre inocente. Hace falta más valor para renunciar a una ganancia fácil y preservar la paz que para vender armas, cada vez más sofisticadas y poderosas. Hace falta más valor para buscar la paz que para hacer la guerra. Hace falta más valor para promover el encuentro que para provocar el enfrentamiento; para sentarse en una mesa de negociaciones que para continuar con las hostilidades”.
¿Puede ser legítima la guerra?
“Para construir la paz –continúa Francisco- es necesario salir de la lógica de la legitimidad de la guerra; si esto podía tener valor en tiempos pasados, en los que los conflictos armados tenían una capacidad más limitada, hoy, con las armas nucleares y de destrucción masiva, el campo de batalla se ha vuelto prácticamente ilimitado y los efectos, potencialmente catastróficos. Ha llegado el tiempo para decir seriamente “no” a la guerra, para afirmar que las guerras no son justas, sólo la paz es justa; una paz estable y duradera, no construida sobre el equilibrio tambaleante de la disuasión, sino sobre la fraternidad que nos une…”.
De suma actualidad
Las palabras de Jesús –que se encarnan en las de Francisco- se vuelven ahora de suma actualidad: “Lo que os digo de noche, decidlo en pleno día, y lo que escucháis al oído, pregonadlo desde la azotea… sin miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar la vida”, porque es tiempo de hablar sin miedo…
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Lectura recomendada:
Mensaje del Papa Francisco al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
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