Conmovidos por la realidad

Domingo XI del Tiempo Ordinario

Primera lectura: Éxodo 19,2-6a:

            Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.

Salmo  99: Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Segunda Lectura: Carta a los Romanos 5,6-11:

            Si fuimos reconciliados por la muerte del Hijo, ¡con cuánta más razón seremos salvados por su vida!

    EVANGELIO

   Mateo  9,36-10,8: Llamó a sus doce discípulos y los envió.

Nota: Si prefieres oír el texto del comentario que sigue, haz click aquí.

18 de junio de 2023

Iglesia de San Lázaro en Larnaca. Chipre. País de misión de Bernabé y Pablo.

Viendo a las multitudes, se conmovió, porque anda­ban maltrechas y postradas como ovejas sin pastor.

Entonces dijo a sus discípulos:  -La mies es abundante y los braceros pocos; por eso, rogad al dueño de la mies que mande braceros a su mies.         

Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad.

Los nombres de los doce apóstoles son éstos: en pri­mer lugar, Simón, el llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador, Santiago Alfeo y Tadeo, Simón el fanático y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: -No toméis el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos; mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios, curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde.

Bienaventuranzas y curaciones

Después del tiempo de Pascua y las fiestas de Pentecostés, Trinidad y el Cuerpo y Sangre de Cristo, la liturgia dominical retoma la lectura continuada del evangelio de Mateo. En este, Jesús proclama, las nueve bienaventuranzas en el llamado “Sermón del Monte” (Mt 5,-9,35), bienaventuranzas que Jesús denomina “mandamientos mínimos”, en sustitución de los mandamientos de Moisés y del judaísmo –que eran una carga máxima y pesada para el pueblo. Acto seguido, Jesús pasa directamente a la acción, realizando numerosas curaciones de enfermos, entre las que se intercalan diversos episodios de su actividad: un leproso (excluido de la ciudad e impuro religiosamente hablando), el criado del centurión (un pagano), dos endemoniados (enfermos mentales contagiados tal vez por la ideología oficial y víctimas de esta), un paralítico (incapacitado para la acción), una muchacha muerta (a la que Jesús devuelve a la vida), la hemorroísa (con un desarreglo constante que le impide ser madre), dos ciegos y un endemoniado mudo.

Además de estas curaciones, calma la tempestad (que impedía a los discípulos ir a la orilla de los paganos) y llama a sus filas a Mateo, cobrador de impuestos para el imperio romano y colaboracionista de este.

La actividad de Jesús

Tras la curación de los dos ciegos y del endemoniado mudo, termina la primera sección del evangelio (Mt 4,25-934) y comienza la segunda con estas palabras: “Recorría Jesús todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del reino y curando todo achaque y enfermedad” (Mt 9,35). En las sinagogas, Jesús enseñaba, o lo que es igual, exponía su mensaje apoyándose en las Sagradas Escrituras; fuera de las sinagogas anuncia la buena noticia de la llegada del reinado de Dios, como opuesto al otro dios de este mundo, el dinero, y cura a los enfermos como expresión de que la salvación de Dios  consiste, en primer lugar, en la sanación de los enfermos de cualquier tipo.

Jesús se conmovió

A continuación dice el evangelista que, “viendo Jesús a las multitudes, se conmovió (en griego, esplagnísthê)”, forma verbal del verbo splagnísthô, que se traduce por “conmoverse, compadecerse”, y que proviene de splágkhnon, palabra con la que se designaban las entrañas o vísceras de la persona (como el corazón, el pulmón o el hígado), consideradas por los semitas la sede de los afectos.

Su conmoción era debida a que las multitudes se encontraban “maltrechas y postradas”. En griego, “maltrecho” se dice eskylménos, participio pasivo del verbo skyllô que aparece solo en este texto, y que, en la literatura clásica, se traduce dependiendo del contexto por “torturar, desollar, desgarrar, atormentar, vejar”, todas situaciones extremas.

Por su parte, “postrado”, en griego errimménos, es un participio pasivo del verbo riptô que hemos traducido por “estar postrado o  derribado” y que, en griego clásico, significa también “ser abandonado (a las aves de rapiña) o estar tendido o echado en tierra”.

Como ovejas sin pastor

Y Jesús se conmueve o compadece porque las multitudes  que lo seguían –maltrechas y postradas- se encontraban “como ovejas sin pastor”, en un estado deplorable.

La expresión “como ovejas sin pastor” alude al libro de los Números (27,17) donde Moisés, -cercano ya a la muerte, al final de su travesía por el desierto y avistando la tierra prometida-, nombra a Josué para que el pueblo no se disperse.

Como “ovejas sin pastor” estaba el pueblo de Israel en tiempos del profeta Miqueas en el siglo IX a.C., cuando este le dijo a Ajab, rey de Israel: “Estoy viendo a Israel desparramado por los montes, como ovejas sin pastor” (1Re 22,17).

O como en tiempos de Ezequiel (en el siglo VI a.C.), cuando el Señor le manda profetizar con estas duras palabras: “…Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles: ¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Vosotros os coméis su enjundia, os vestís con su lana; matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis las descarriadas, ni buscáis las perdidas y maltratáis brutalmente a las fuertes… Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor: Esto dice el Señor: -Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas para que dejen de apacentarse a sí mismos, libraré a mis ovejas de sus fauces para que no sean su manjar.  Así dice el Señor: Yo mismo en persona buscaré mis ovejas siguiendo su rastro… y las libraré sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones… Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas; vendaré a las heridas, curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido…”.

En realidad, no es que el pueblo de Israel no hubiera tenido pastores o dirigentes, sino que estos, en lugar de servir al pueblo, se habían servido de él.

Rogad al dueño de la mies

En esta situación de sufrimiento, postración y abandono de las multitudes, Jesús se dirige a los discípulos y les dice: “La mies es abundante y los braceros pocos; por eso, rogad al dueño de la mies que mande braceros a su mies”.

Los discípulos, como Jesús, deberán pasar a la acción, para sacar al pueblo de esta situación extrema, y lo harán, como Jesús, expulsando los espíritus inmundos  y curando todo achaque y enfermedad, esto es, procurando en todo momento la salud plena de todos, sin excepción alguna.

El grupo de los Doce

Para esta tarea, Jesús se hace acompañar de un grupo de discípulos de lo más heterogéneo, consciente de que nadie está excusado de esta tarea de remediar el mal del mundo, cada uno en la medida de sus posibilidades.

Para ello, Jesús cuenta con 12 discípulos (número que alude a las 12 tribus de Israel, ahora al nuevo pueblo de Dios) entre los que están Simón, al que llamaban Piedra / Pedro (apodo que alude a su peculiar resistencia a las ideas de su maestro) y su hermano Andrés, que, por cierto, no vuelve a aparecer en este evangelio; Santiago Zebedeo y su hermano Juan (a los que Jesús, en el evangelio de Marcos, les da el apodo de “truenos” (literalmente, “hijos del trueno”), por su carácter fogoso, intransigente y violento. A estos cuatro, que eran pescadores, Jesús los había llamado al principio del evangelio para hacerlos pescadores de hombres.

Sigue en la lista de los doce un grupo de siete, de los cuales el único conocido es Mateo, recaudador y colaboracionista con el imperio romano,  y despreciado, por tanto, por los judíos.

Los demás de este grupo no han sido nombrados antes ni lo serán después, y pueden representar al pueblo anónimo que se adhiere al mensaje de Jesús. El último de los siete se llama, como Pedro, Simón, el cananeo, calificativo derivado de qana’, en hebreo, fanático o celoso, tal vez por tener cierto parecido con Pedro. El último de la lista es Judas Iscariote (=de la localidad de Iscaria), el traidor que volverá a aparecer en el relato de la pasión.

Gente común

Entre ellos no hay ningún discípulo de especial relieve, que haya superado prueba alguna para formar parte del grupo. “La composición del grupo, comenta José Luis Sicre, no puede ser más heterogénea: cuatro pescadores, un recaudador de impuestos, un fanático o celoso y uno nada de fiar. Con estos individuos y otros de la lista de los que no sabemos nada, pretende Jesús extender la buena noticia del reino de Dios”.

Son gente común, del pueblo, a los que Jesús –sin que ellos se lo pidiesen- va a enviar para remediar los males del mundo: “Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios, curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde”.

Conmovidos por la realidad

Los seguidores de Jesús, -y cualquier ciudadano de buena voluntad- al contemplar nuestro mundo, no tienen menos que conmoverse hoy, como ayer Jesús, pues dos mil años después, este anda todavía “maltrecho y postrado como ovejas sin pastor”.

Basta con echar una ojeada a la prensa o a la radio, que está llena de malas noticias, de entre las que voy a destacar cuatro:

  1. La invasión de Ucrania

La guerra de Ucrania, que ha superado ya su primer año (471 días de guerra hoy día 9 de Junio), con un innumerable número de muertos, heridos y desplazados, por ambos bandos, con incontables infraestructuras de carreteras, centrales eléctricas y edificios destruidos. A esto se ha sumado recientemente la voladura de la presa de Nova Kajovka, que está anegando las orillas del Dniéper en numerosos puntos y localidades, inundando cultivos de todo tipo y sumergiendo en agua innumerables poblados y casas, cuyos habitantes están siendo evacuados…

Debido a esta guerra, la subida del precio de la energía y de las materias primas están teniendo como consecuencia una subida de aproximadamente de casi un 15% del precio de la cesta de la compra, incidiendo principalmente en las familias más desfavorecidas.  

Esta guerra, sin embargo, no es la única actualmente, aunque ocupa el 87% de las noticias, dedicándose el 13% restante al resto de las alrededor de treinta guerras o conflictos militares en curso.

  • El aumento del hambre a escala mundial.

Según el informe de Naciones Unidas, de 6 de Julio de 2022, el número de personas que padecen hambre en el mundo aumentó hasta alcanzar los 828 millones  en 2021, lo que supone un aumento de unos 46 millones desde 2020 y de 150 desde el brote de la pandemia.

El mundo se está alejando de su objetivo de acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas de aquí a 2030. Por lo demás, la obtención del cereal, procedente de Rusia y Ucrania, como base de alimentación primaria para países en vías de desarrollo, se ha convertido en moneda de negociación de alianzas geopolíticas y económicas, en lugar de blindarse como bien de primera necesidad.

  • La crisis climática

Esta crisis, cada vez más evidente, se manifiesta en sequías persistentes o en aguas torrenciales que inundan poblaciones, o en fuegos, como los recientemente declarados en Canadá, que ya han quemado casi el equivalente a la mitad de Andalucía  y cuyo humo tóxico está tiñendo de color naranja ciudades como Nueva York y Washington.

En Canadá, después de un invierno con menos nevadas de lo habitual y una primavera excepcionalmente cálida y seca, gran parte de su superficie se ha convertido en un polvorín. En todo el país hay activos al día de hoy unos 414 incendios forestales, de los que, al menos, 239 están fuera de control.

            4. Las muertes en el Mediterráneo

El Mar Mediterráneo se ha convertido en el lugar más mortífero para los migrantes. El número de víctimas mortales en este, causado sobre todo por el uso de embarcaciones inseguras, ascendió a más de 2.400 en 2022. Se trata de alrededor de un tercio de todas las muertes de migrantes registradas por el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones. Una verdadera sangría para quienes huyen del hambre, de las guerras o de la opresión en sus respectivos países o para quienes quieren hacer realidad el deseo de poder llevar una vida digna en los países de destino. 

Y así podríamos ir recogiendo noticias que nos hablan de un mundo que se encuentra, como las multitudes en tiempos de Jesús, “maltrecho y postrado, como ovejas sin pastor”.

Tal vez nosotros no podamos aportar gran cosa para cambiar esta situación, pero, al menos, debemos “rogar al dueño de la mies que mande braceros a la mies”, y conmovernos profundamente por la realidad de un mundo tan falto de pastores o gobernantes que busquen, ante todo, el bien de la humanidad y no estén regidos por turbios intereses de poder políticos y económicos, que tienen a gran parte de la población mundial “maltrecha y postrada”. 

Tarea urgente

Mientras tanto, es necesario y urgente poner manos a la obra para remediar las dolencias del pueblo allí donde esté cada uno. Individual y comunitariamente. Las comunidades cristianas o los grupos humanos tienen una gran responsabilidad en esta tarea que describió el profeta Ezequiel como “buscar las ovejas perdidas, recoger las descarriadas; vendar a las heridas, curar a las enfermas; a las gordas y fuertes guardarlas y apacentarlas como es debido…”. No hay que esperar de brazos cruzados a que el mundo cambie, sino que hay que poner manos a la obra para hacerlo cambiar desde ahora. Este –y no otro- fue el encargo que hizo Jesús a los doce cuando los envió con autoridad “para expulsar los  espíritus inmundos y curar todo achaque y enfermedad”.  

***

Nota:

Puede verse el informe de Naciones Unidas de 6 de Julio de 2022 en este enlace: hambre, cuya lectura recomiendo.


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