Cuarto domingo de Pascua
Primera lectura: Hch 13, 14. 43-52
Salmo responsorial: Salmo 99
Segunda lectura: Ap 7, 9.14b-17
EVANGELIO
Juan 10,27-30
Antimodelos
08 de mayo de 2022
Pastor palestino.
Nota: Si prefieres oír el texto del comentario que sigue, haz click aquí.
Mis ovejas escuchan mi voz: yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy vida definitiva y no se perderán jamás ni nadie las arrancará de mi mano. Lo que me ha entregado mi Padre es lo que más importa, y nadie puede arrancar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.
Este texto, tan breve, forma parte de un texto más amplio, que se sitúa en el evangelio de Juan después de la curación del ciego de nacimiento, y va desde Jn 9,39 a 10,39. Se trata de un texto polémico contra los fariseos a los que Jesús acusa en otra ocasión de ciegos y guías de ciegos (Mt 15,14; cf. 23,16.24). Acostumbrados a leer el evangelio en pequeñas porciones puede resultar interesante leer el texto completo, en el que se sitúa el fragmento que se lee el cuarto domingo de Pascua, destacando brevemente, al hilo de la lectura, solo algunos detalles. Dice así:
Añadió Jesús:
-Yo he venido a abrir un proceso contra el orden este; así, los que no ven, verán, y los que ven, quedarán ciegos.
El “orden este” es la traducción de la palabra kosmos-mundo“, que, en el evangelio de Juan, no se refiere a los habitantes del mundo en general, sino al sistema religioso-político judío, opuesto a Jesús y al plan de Dios. Jesús pone en tela de juicio ese sistema, hasta el punto de que sus oyentes se sintieron directamente aludidos, pues dice el evangelio que se enteraron de esto aquellos fariseos que habían estado con él, y le preguntaron: -¿Es que también nosotros somos ciegos? Les contestó Jesús: -Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste (Jn 19,40-41). Duro enfrentamiento de Jesús con las autoridades judías que oprimían al pueblo con plena culpabilidad, ciegos a sabiendas, pues intentaban justificar lo falso y presentarlo como voluntad de Dios para provecho propio.
El recinto de las ovejas
El texto continúa así:
Sí, os lo aseguro: Quien no entra por la puerta en el recinto de las ovejas, sino trepando por otro lado, ése es un ladrón y un bandido. Quien entra por la puerta es pastor de las ovejas; a ése le abre el portero y las ovejas escuchan su voz. A las ovejas propias las llama por su nombre y las va sacando; cuando ha empujado fuera a todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. A un extraño, en cambio, no lo seguirán, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta semejanza les puso Jesús, pero ellos no entendieron a qué se refería. Entonces añadió Jesús: -Pues sí, os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no les han hecho caso. Yo soy la puerta, el que entre por mí quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón no viene más que para robar, sacrificar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y les rebose (Jn 10,1-10).
El recinto de las ovejas (en griego, aulê, atrio) es el templo de Jerusalén. La misión de Jesús será sacar al pueblo explotado de la institución opresora representada por el templo, convertido en cueva de bandidos (Mc 11,17) o en casa de negocios (Jn 2,16). Fuera del templo, de aquel sistema religioso, Jesús tratará de formar una comunidad alternativa de discípulos, de personas libres que puedan alcanzar su pleno desarrollo humano, o lo que es igual en frase del evangelista, que puedan “llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1,12). Una vez fuera de la institución judía, como pastor, Jesús camina delante de las ovejas, y estas lo siguen.
Recuerdo ahora aquel libro que nos hacían leer en nuestra infancia de Tomás de Kempis, canónigo agustino del s. XV, titulado “La imitación de Jesús”, escrito para alimentar la espiritualidad de monjes y frailes, y que tuvo una amplia difusión entre los miembros de la Iglesia católica. Errado título, pues Jesús no invita a imitarlo, a copiar su modelo –lo que nos llenaría de frustración-, sino a seguirlo, cada uno a su modo y manera, en el camino del amor y de la entrega a los demás, hasta la muerte, si llegase el caso.
Llama la atención también que Jesús, tras sacar a las ovejas del recinto del templo, no las mete en otro recinto, o lo que es igual, en otro sistema religioso, como diríamos hoy, sino que las invita a seguir su estilo de vida, poniéndolo en práctica, allí donde estén.
Jesús, además, se define como la puerta de las ovejas a las que invita a entrar. Entrar por la puerta, que es Jesús, equivale a acercarse a él, a creer en él, esto es, a adherirse a su estilo de vida y a su mensaje.
Modelo de pastor o pastor modelo
Pero el evangelista da un paso más cuando continúa diciendo:
Yo soy el modelo de pastor. El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas; el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirías; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso el Padre me demuestra su amor, porque yo entrego mi vida y así la recobro. Nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia. Está en mi mano entregarla y está en mi mano recobrarla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre (Jn 10,11-17).
Frente a los pastores de Israel, Jesús se define a sí mismo como el modelo de pastor o el pastor modelo que entrega su vida a las ovejas por decisión propia.
El evangelista añade:
Estas palabras causaron de nuevo división entre los dirigentes judíos. Muchos de ellos decían: -Está loco de atar, ¿por qué lo escucháis? Otros, en cambio: -Esas no son palabras de loco; ¿es que puede un loco abrir los ojos de los ciegos? (Jn 10,19-21). División de opiniones, por el momento, en torno a Jesús.
Sacadas de contexto, las palabras del Evangelio han perdido su carácter provocativo, su conflictividad, su aguijón. No sé por arte de qué “birlibirloque” hemos conseguido hacer una lectura aséptica, anodina y neutral de la vida y obras de Jesús. Tal vez nos haya ayudado a ello la interpretación oficial del Evangelio, con frecuencia tan distinta y tan distante del evangelio de Jesús, aunque, por cierto, hay honrosas excepciones. Pero Jesús no fue ni conciliador ni neutral. Su vida fue puro conflicto, constante enfrentamiento con el poder establecido del que denunciaba sus abusos, en especial la manipulación y utilización del pueblo sencillo al que se mantenía cada vez más cerca de la alienación, del abandono y de la muerte.
Rasgos característicos del pastor modelo
En este texto, Jesús se muestra sumamente crítico frente a los pastores o líderes religiosos de Israel y se presenta como modelo de pastor o como pastor modelo porque en él se dan tres rasgos característicos:
1. El Pastor modelo se entrega incondicionalmente a las ovejas. No busca ventaja alguna para sí mismo, ni salario ni beneficio. Sólo persigue el bienestar y la felicidad de sus ovejas.
2. El Pastor modelo conoce personalmente a sus ovejas. No es alguien que ordena, organiza y manda desde su despacho a unas ovejas de las que sólo busca su incondicional sumisión.
3. El Pastor modelo hace que nadie se sienta excluido: Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor (Jn 10,16). El exclusivismo político-nacionalista y religioso que estaban en vigor en la sociedad judía en tiempos de Jesús queda definitivamente superado. El Pastor modelo no entrega su vida por defender su bandera y ni siquiera por defender su credo: él entrega la vida para que sus discípulos puedan encontrar la felicidad viviendo como hermanos por encima de credos y banderas, para que tengan vida y les rebose, dice el evangelista Juan(10,10). Este debe ser el verdadero objetivo de todo dirigente: dar vida, dando la vida, si fuese necesario.
En una sociedad agraria, como la de tiempos de Jesús, se llamaba pastores a los políticos y a los responsables de la administración y del gobierno, al rey y a los altos cargos del reino, y a los dirigentes en general porque ellos debían cuidar del bienestar del pueblo. Como estos se olvidaron muchas veces de que ésta era su misión, los profetas denunciaron con valentía sus abusos: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! (Ez 34; véase también Jr 23,1-8).
Una relación personal
Jesús es el pastor modelo y entabla con las ovejas una relación personal: Mis ovejas escuchan mi voz: yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy vida definitiva y no se perderán jamás ni nadie las arrancará de mi mano. Lo que me ha entregado mi Padre es lo que más importa, y nadie puede arrancar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno (Jn 10,27-30).
Las credenciales de Jesús como pastor modelo o modelo de pastor son sus obras a favor del ser humano, o mejor, “su obra”, consistente en dar vida definitiva a los que lo siguen, esa clase de vida que los capacita para llegar a ser hijos de Dios, o lo que es igual, como hemos dicho antes, para conseguir su pleno desarrollo humano, una calidad de vida, como la de Jesús, sin semilla de muerte.
La reacción de los dirigentes
Pero tan noble objetivo tuvo una reacción sorprendente por parte de los dirigentes que, al verse retratados, cogieron de nuevo piedras para apedrearlo. Les replicó Jesús:-Muchas obras excelentes os he hecho ver, que son obras del Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le contestaron los dirigentes: -No te apedreamos por ninguna obra excelente, sino por blasfemia; porque tú, siendo un hombre, te haces Dios. Les replicó Jesús: -¿No está escrito en vuestra Ley: “Yo he dicho: Sois dioses”? (Sal 82,6). Si llamó dioses a aquellos a quienes Dios dirigió su palabra, y ese pasaje no se puede suprimir, de mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿vosotros decís que blasfemo porque he dicho: “Soy hijo de Dios”? Si yo no realizo las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las realizo, aunque no me creáis a mí, creed a las obras; así sabréis de una vez que el Padre está identificado conmigo y yo con el Padre. Otra vez intentaron prenderlo, pero se les escapó de las manos (Jn 10,31-38). Al final se saldrían con la suya, colgándolo de un madero a las afueras de la ciudad…
Antimodelos
¡Qué verdad contienen estas palabras! Los oyentes de Jesús comprendieron bien de qué se trataba. Con sus palabras y hechos, el profeta galileo se enfrentaba peligrosamente a la poderosa jerarquía eclesiástica del templo de Jerusalén, aliada con el poder político, cuyos jefes era verdaderos antimodelos, “pastores asalariados”, pastores a sueldo que poco se interesaban de la vida del pueblo, viviendo “de” y no “para” el pueblo. Controlaban al pueblo con su complicada enseñanza religiosa, le sacaban el dinero con aquel sistema en el que hasta el perdón de Dios se compraba con calderilla. Distantes del pueblo, los pastores no conocían a sus ovejas, ni sabían del hambre, del paro, del desempleo, de la pobreza, de las enfermedades y de la alienación en que vivían sumergidas. Ocupados en sus rezos y múltiples oraciones habían terminado separándose y olvidándose del pueblo.
Pero el texto del evangelista Juan continúa:
Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno. Jesús paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Lo rodearon entonces los dirigentes y le dijeron: -¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si eres tú el Mesías, dínoslo abiertamente. Les replicó Jesús: -Os lo he dicho, pero no lo creéis. Las obras que yo realizo en nombre de mi Padre, ésas son las que me acreditan, pero vosotros no creéis porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz: yo las conozco y ellas me siguen, yo les doy vida definitiva y no se perderán jamás ni nadie las arrancará de mi mano. Lo que me ha entregado mi Padre es lo que más importa, y nadie puede arrancar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno (Jn 10,22-30).
La reacción ante esas palabras de Jesús no se dejó esperar. El evangelista, como hemos dicho, termina diciendo que otra vez intentaron prenderlo, pero se les escapó de las manos.
Pues bien, en este texto, Jesús pone en cuestión la autoridad de los líderes de Israel porque, en lugar de ser modelos para el pueblo, son antimodelos de los que Jesús dice en otro lugar del evangelio de Mateo: En la cátedra de Moisés han tomado asiento los letrados y los fariseos. Por tanto, todo lo que os digan, hacedlo y cumplidlo…, pero no imitéis sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo (Mt 23,2-4).
De suma actualidad
¡Qué actual es todo esto! Veámoslo en el campo de la política; otro día hablaremos del de la religión. Cuántos antimodelos hay que tratan de salvar, en primer lugar, al partido en el que militan, dejando a un lado el bien del pueblo, convirtiendo su acción política en una lucha a muerte por conquistar el poder más que por servir al pueblo que atraviesa una gravísima crisis, debida, en gran parte, a la pandemia y a la guerra de Ucrania.
Y así vemos cómo los partidos y sus dirigentes corren el riesgo de convertirse en antimodelos de lo que deben ser en nuestra sociedad, más preocupados de los votos y el poder que del pueblo a quien en todo momento deben servir.
Lo hemos visto recientemente en el Parlamento Español cuando se trataba de convalidar el Real Decreto Ley que pretende dar respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania. Envuelto el gobierno en la polémica de los espías a los políticos –caso grave, por cierto, y que ha de investigarse a fondo-, PP, Ciudadanos, Vox, ERC y Junts dieron el “no”, cada uno con sus razones, a unas medidas, cuya finalidad no es otra, sino aliviar la dura carga que soportan las clases más populares en diversos ámbitos:
-de la energía: rebaja fiscal en la factura de la luz, ayudas a empresas del sector del papel, el cartón, el vidrio o la cerámica o a frenar el costo del recibo de la luz;
-de los transportes: ayudas directas a empresas y autónomos del sector de la carretera, marítimo o agrícola, también ayudas al sector cinematográfico y de la propiedad industrial tan afectado por la pandemia) y
-de apoyo a trabajadores y personas que más lo necesitan: descuento de 20 céntimos en cada litro de combustible hasta el 30 de junio; limitación de la subida del precio de los alquileres, prohibición del despido para empresas que reciban ayudas directas o ERTE con apoyo público o una subida extraordinario del Ingreso Mínimo Vital, ampliación del bono social eléctrico que afecta a unas 600.000 familias y finalmente, como no puede ser menos, medidas específicas para los desplazados ucranianos, con cantidades adicionales para sufragar su atención.
No se entiende cómo no hubo en ese debate una voz uniforme en el Parlamento español, pues aunque no sea la solución ideal, este decreto viene a aliviar la situación de muchos sectores dañados por las circunstancias que atraviesa la economía del país.
Se echan de menos modelos
Y es que, a nivel político, se echan de menos modelos que atraigan especialmente a las nuevas generaciones para integrarse en una sociedad que fomente cada vez más el pleno desarrollo humano. Y esta falta de modelos, frente a numerosos antimodelos que saltan como escándalos a diario en la televisión –véase el más cercano de las comisiones excesivas por la compra de las mascarillas- hace que muchos jóvenes –y también mayores- se desentiendan de la política, consideren a todos los políticos igualados en el desinterés por dar respuesta a las necesidades del pueblo o inicien un camino de ida sin retorno hacia una sociedad autocrática, como propugna la extrema derecha, que como estrategia, se reviste de cordero.
Jesús definió en aquel día en qué consiste la quintaesencia del pastor o del dirigente. Ser pastor, dirigir, gobernar es ir en la vida por delante de los demás con obras y palabras, vivir para el otro y no a costa del otro, firmar un compromiso de permanencia sin límite junto al pueblo, entablar una relación personal con él, conocer su nombre y su vida, compartir gozos y esperanzas, tristezas y angustias.
Por eso no se puede ser pastor, ni dirigente, ni guía del pueblo desde una oficina, desde un palacio o desde un templo. Sólo es modelo de pastor quien marcha con el pueblo, quien vive con él, quien sabe de sus dolores porque los experimenta, quien corre sus mismos riesgos y quien, a pesar de todos los pesares, va por delante, ejerciendo la compasión por doquier.
Este es el modelo de pastor, encarnado en Jesús de Nazaret. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano (Jn 10,27-30). Quienes no siguen este modelo de pastor son asalariados, con frecuencia con elevados sueldos muy por encima del salario mínimo, gente que se mueve por otros intereses distintos de los del pueblo a quien dicen servir, sirviéndose de él. Y así estamos…
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